viernes, octubre 13, 2006

Dealers






Aunque Nicki opine que el Chevy  es mas viejo que la injusticia,para mi lo mejor de él  es su  estabilidad.Ante cualquier  temporal se mantiene ronroneando, listo para seguir a toda velocidad.

A esto lo comprobé nuevamente el otro día. Cuando volvíamos del sur. De un viaje agitado . A pesar de haber hecho mas de 3000 kms y proponernos continuar andando para visitar a una amiga, el tipo siguió y siguió.

Dos días nos tomó llegar a casa de Pepa.

Dos días.


 Cuando ella abrió la puerta, no lo pudo creer.En otra época fueron grandes amigas con Nicki , así que al volver a encontrarse después de tantos años, charlaron todo el día; entre los gritos, las peleas, el llanto, las risotadas de los hijos de Pepa.


Al medio día, los tres  nos metimos de cabeza en la cocina. La idea fue : vitel tone, ensalada rusa,  arroz blanco con banana fritas.


Mientras colocaba el mantel en la mesa, yo iba a la cocina a exprimir  naranjas.Jugo para los tres niños de Pepa.

Listo el jugo,  avisé al terminar

Los niños corrieron detrás del jugo. Mientras iban y venían me contaron de su padre. Que había dejado de vivir con ellos, que tenia otra mujer; que les gustaba cuando pasaba a buscarlos, que los llevaba a tomar helados, que les compraba de todo...

Los jodí  por sus peleas. Les pregunté si veían mucha televisión si iba todo bien en la escuela si tenían novia si le ayudaban a su madre si  jugaban en   la plaza todos los días si tenían muchos amigos si les gustaba el barrio si querían tener un perro o un gato...

Como estaban entusiasmadísimos, tosían o ponían cara  de pocos amigos; pero después después continuaban riendo.


Al terminar de almorzar fui con ellos a la plaza, donde jugaron a la pelota  con otros chicos.

Volvimos a las tres horas. Pepa y Nicki hablaban de su  periodo dark. Del rollo de los borceguíes negros, piercing en los labios, corte de pelo estilo gotico.

Como moría de aburrimiento, decidí dar una vuelta. Antes de salir noté a Nicki ansiosa.

Nos vamos en un rato, dije. Me miró con cara de mujer encerrada en una lata de tomate. 

- Vuelvo en una hora.



Me fui pensando que mi paseo por la ciudad sería un tremendo  fracaso. Porque ya no estarían los viejos conocidos .

Pasé por dos o tres lugares solo para confirmarlo.

Todos cambiamos. A cada momento, evolucionamos en otra dirección. Vivimos suplantándonos. Porque jamás somos la misma persona- murmuré

Pegué la vuelta.

Los niños de Pepa habían salido con su padre. Nicki casi al borde de estallar porque la ansiedad la acorralaba.

-Nicki...nos vamos.

-Listo.

Mientras cargaba los bolsos en el baúl, controlaba el aceite, limpiaba el parabrisas, revisaba las gomas, Pepa insistió con hacernos prometer volver pronto.


Después del abrazo a Pepa, las lágrimas y  el prometer diez veces visitarla nuevamente, salimos a toda máquina por la ruta 36 hasta encontrar el empalme con la autopista norte.


Oscurecía. 


Veinte kilómetros después del ingreso, llegaron las filas de árboles. Detrás de ellos los amplios campos de soja, las vacas, los tractores.Y el frío.

Cuando el viento del sur comenzó a pegarnos de frente, el chevy permaneció firme. La autopista bajó, subió, serpenteó, se curvó, pero Nicki ni enterada.

Al dejar el desvió  para ingresar en la ruta 9, me tiré a la banquina.


Abrí el baúl. Busque el bolso azul. Como no lo encontré, le pasé el dato a Nicki. El bolso azul quedó en casa de Pepa. Me miró como para matarme.


 ¡ Qué par de pelotudos! , dijo con voz ronca. Giré en U después de esperar el paso de una larga fila de autos.

¡Que pelotudos! ¡Qué pelotudos!- insistió- Volvemos y Pepa nos recibe con un ¨lo olvidaron en otro lugar¨. El vicio la pone loca.

Volvimos. El chevy  corría como flecha, cortando con su trompa el viento sur.


Nicki saltó del auto echando espuma. Su cabeza había trabajado durante todo el  trayecto. 


- ¡Pepa!  Abrí! ¡Sé que estás! ¡Dale hija de puta!
¡Abrimeeeeeee!, gritó golpeando la puerta.

Bajé.

- Vení.  Subí al auto.Lo hago yo.

Pepa abrió la puerta.Ni siquiera le pregunté por el bolso; me lo entregó inmediatamente.

Me quedé con algo. Es poco- la escuché decir.

Tiré el bolso al asiento trasero. Nicki se dio vuelta, lo tocó; pero decidió  cruzarse para mirar el contenido.

-Mierda.

Avanzamos. Después de un trecho detuve el auto. Nicki buscó en el bolso azul una bolita marrón. La desmenuzó sobre el papel de arroz que retirara de la guantera.Lo enrolló para darle forma de cigarrillo; después de colocarlo en los labios, lo encendió.

Somos unos boludos , dijo. Olvidar el bolso con heroína en casa de Pepa fue como abrirle al lobo  la puerta del corral de las ovejas.


A veces te pasas de inocente. Te juro. Pareces estúpido.


Su ansiedad retrocedía. Sus ojos, su nariz, sus manos, sonreían.


Estoy cansado de viajar. Quiero llegar -protesté- Deberíamos tomarnos algunos días.


Deberíamos- repitió ella. Y apuntándome con sus flacos dedos que sostenían  el cigarro agregó: Nada de trampas; diciendo y haciendo.

Diciendo y haciendo, confirmé.


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