Cuando Tomás
se colocó los auriculares, la voz de Stephen Stills le trajo de regreso el
recuerdo de Franco y Patty.
¡Así
que el niño estuvo de joda! , bromeó Franco
la noche anterior, cuando se detuvo para que Tomás pudiese subir a la camioneta.
Se
hace lo que se puede -devolvió.
Patty
llevaba puesta una pollera muy liviana.
El negro de su pelo contrastaba con el
verde agua de pollera y blusa.
Tengo
ganas de ir al baño - se quejó frente a la estación de servicio. Al escucharla,
Franco detuvo la camioneta.
Me
hago pis - insistió.
Tomás
calculó la distancia hasta la estación de servicio.
Cruzá
la avenida. Entras a la estación. En la puerta que está a la izquierda de los
surtidores, tenés el baño – indicó.
Una
semanas antes, Patty le había advertido.
-
Tomás, en dos semanas viajo a Buenos Aires; acordáte que te avisé.
Él
levantó la sabana sonriendo. Le gustaba meter la nariz entre las piernas de ella, inhalar el aroma; acariciarla, lamerla . Al rato le dijo que no
había problema, que podía hacer lo que quisiera.
Y...
el placer ante todo- añadió Franco después de que Patty caminara rápidamente
rumbo al baño.
La noche era clara. En el playón de la estación de servicio los automóviles iban y venían.
La noche era clara. En el playón de la estación de servicio los automóviles iban y venían.
El placer ante todo-dijo Tomás. Estaba cansado, con ganas de dormir veinticuatro horas seguidas.
Cuando
el Peugeot se detuvo detrás de la camioneta, Franco encendió un cigarrillo.
Tomás socio del placer - añadió.Buscaba bronca.De eso se trataba.
Dos segundos antes de que Patty volviera,al ver que ella no subía, bajó de la camioneta.
Dos segundos antes de que Patty volviera,al ver que ella no subía, bajó de la camioneta.
Vení
Tomás. Dale, bajá - pidió ella.
Como
Tomás le dio el gusto, Franco se acercó a Patty con intención de tomarla de la cintura.
¡
No !-dijo ella.
Tuvo
ganas de preguntarle porqué no quería, pero al darse cuenta que
bajaban los dos del peugeot,
optó por buscar algo de diversión
¡Linda
noche!- lanzó.
Linda... -coincidió el alto.
Franco tiró el cigarrillo. Pensó en charlar un
rato con ellos, pero al acercarse, el bajo se acercó y le
pegó un puñetazo en la nariz.
¿Qué
te pasa hijo de puta?-bramó.
Franco quiso contestar, pero un fuerte dolor entre los ojos lo obligó a arrodillarse.
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